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viernes, 31 de enero de 2014

Ana. Capítulo 1. Laberinto emocional

Siempre había mantenido su relación con Calvin en secreto. Eran unos niños cuando comenzaron a hacerse inseparables. Los juegos de niños desembocaron en travesuras de adolescentes; pero la llegada de Eduardo al pueblo lo cambio todo. Se incorporó al instituto el último año antes de acabar el bachillerato, coincidiendo en la misma clase que Ana y Cristina. Desde el principio fue el objetivo de todas las chicas, la novedad en un pueblo tan pequeño tiene su precio y Eduardo lo pagaba sin pena ni remordimientos. Enseguida se acostumbró a la popularidad aprendiendo a utilizarla a su favor, o eso parecía en un principio. Más tarde se descubrió que la "nenagenda" no había empezado en aquel pequeño pueblo.

Ana no tardó mucho en enredarse con sus encantos. La experiencia de Eduardo y el gran afecto que Ana sentía por Calvin hicieron que las dos relaciones viajaran en paralelo. Aunque siempre fue la complicidad con Calvin más serena que los intermitentes alti-bajos a los que Eduardo la arrastraba. También era cierto que la atracción física que sentía por Eduardo era lo que les mantenía unidos tanto como lo hacía la amistad con Calvin. 

Sin embargo, en los últimos años el interés de Eduardo por Ana había pasado de "quedamos porque te deseo" a "quedamos porque deseo a alguien y vas a servir de repuesto". Lo que hizo que Ana comenzase a evitarle sutilmente. Aunque la evidencia estaba cada día más clara, sobretodo después de que Ana conociese a Max.  

Max. Capítulo 1. Cantando bajo la lluvia

Había estado lloviendo durante días. Las inundaciones habían obligado a cerrar la mayoría de los colegios y los comercios del centro. Pocos eran los ciudadanos que habían acudido a sus puestos de trabajo; las lluvias de los últimos días inundaba las principales calles del centro y sus carreteras adyacentes. Por suerte para Max vivía en la periferia donde el agua caído no se había concentrado tanto. Aunque como muchos de sus vecinos trabajaba en el centro de la ciudad así que aquella semana sería, para la mayoría, un largo fin de semana. 

Los problemas y los retrasos en las lineas de autobús comenzaron el Lunes con el aumento del trafico por las lluvias. El Martes y el Miércoles la ausencia de la mayoría de sus compañeros de trabajo ya hacía prever el inminente decline de personal el resto de la semana. Sin embargo, su jefe se adelantó a los acontecimiento y, sin esperar al resultado de las bajas del Jueves ante el aumento de las lluvias, mandó un email a todos sus empleados anunciando el cierre de las oficinas debido al temporal. Y no se equivocó. El Miércoles por la tarde las calles empezaban a parecer ríos, el agua llegaba a los talones y la mayoría de las lineas de autobús se habían cancelado. Seguramente las ausencias del Jueves habrían repercutido negativamente, siendo la decisión más sabia cerrar hasta que restablecieran el orden.

El Jueves se despertó con el inconfundible golpeteo de la lluvia contra los cristales. Su rutina diaria no cambio excepto por el tiempo que se tomó en cada una de sus tareas. El frenesí matutino se transformó en un relajante ritual : la ducha  se transformó en baño y el desayuno en un gran-desayuno. Miró por la ventana mientras daba pequeños sorbos a su café humeante contemplando que la mayoría de sus vecinos tenían el coche aparcado en sus respectivas entradas. Por lo que dedujo, siendo la hora que era, que como había intuido la mayoría disfrutaría de un largo fin de semana.

Estaba recogiendo la cocina cuando escucho un sonido proveniente de la puerta de entrada. Secó el último plato y se acercó a la entrada de la casa. Cuando abrió la puerta observó al cartero dirigiéndose hacia la casa de su vecino con un puñado de cartas en la mano, abrió en buzón que estaba junto a la puerta y recogió el correo.
Entre las facturas, extractos del banco y algunos panfletos de propaganda encontró una carta de Ana.
-¿!Ana!?-exclamó sorprendiéndose a si mismo ante su propia reacción. Los recuerdos le llenaron la mente con la imagen lejana de aquella chica que conoció fugazmente el verano que pasó en el pueblo de su amiga Cristina. Aunque su razón se negaba a ilusionarse con la idea de aquella opción.

Leyó la carta un par de veces sintiéndose avergonzado al darse cuenta de su esfuerzo por autocontrolar su euforia y soltando, finalmente, una carcajada liberadora. Su tensión habían aumentado sin razón aparente y empezaba a estar nervioso ante su propia reacción. Aunque le hacía gracia que él mismo estuviese intentando disimular su verdadera alegría cuando era el único en aquella casa. Normalmente vivía solo, aunque a veces tenía una de las habitaciones alquilada a un hombre de negocios llamado Lucas. Alguien del que sí habría intentado disimular aquel torbellino de emociones producidas por una simple carta de alguien que había conocido fugazmente.

El mensaje de la carta era claro : Ana vendría a la ciudad dentro de unas semanas. 
Max guardo el número de teléfono que Ana mando junto con la carta y, sin pensarlo, se aventuró a mandarla un mensaje ofreciéndola su casa durante su estancia. La emoción le impacientaba empujándole a comprobar el estado de mensajes en su móvil durante todo el día. Sin embargo, la respuesta de Ana se hizo esperar dos días más.

Eduardo. Capítulo 2. Resaca

Se despertó con dolor en la espalda y la lata de cerveza vacía reposando sobre su pierna derecha. La televisión continuaba encendida, esta vez con las noticias matutinas. Agarró la lata de cerveza incorporándose cuando un golpe secó hizo que su atención se concentrase en la procedencia de aquel ruido. Fue su móvil chocando contra el suelo lo que provocó aquel golpe seco.

-Seguramente se me cayó del bolsillo anoche mientras veía la televisión en el sofá- pensó mientras lo recogía a la vez que se encaminaba a la cocina para depositar la lata en la basura. 
Al observar el móvil vio una llamada perdida de Ana.
-Seguramente estaba tan borracho que me dormí y ni siquiera escuché la llamada entrante- pensaba mientras navegaba por las distintas aplicaciones de su móvil comprobando que no se había producido ningún cambio inesperado durante las horas que el móvil estuvo perdido por el sofá. De repente comprobó que había mandado un mensaje a Cristina.
-!Mierda!- exclamó dándose cuenta que inconscientemente estaba asegurándose de que no había hecho algo con el móvil de lo que no se acordaba debido a su borrachera. No era algo común en él, pero en alguna ocasión se había enterando semanas más tarde de sus llamadas o mensajes bajo los efectos del alcohol. Por suerte siempre había sido a sus amigos... que se lo tomaban a broma.

Nof eras parg tasto la progrrmme. edu

El descontento ante el cambio por un programa que no le había parecido suficientemente bueno era la idea general que aquel mensaje "codificado", debido a los efectos del alcohol, quería transmitir. 
-Supongo que me haya entendido- pensó Eduardo dudando si mandarla otro mensaje intentando arreglar la tontería de mensaje que la había mandado la noche anterior-mejor lo dejo como está-decidió dejando su móvil cargando.

Se preparó un café muy cargado esperando poder paliar la resaca que empezaba a marearle.

jueves, 30 de enero de 2014

Eduardo. Capítulo 1. La noche más aburrida

Eduardo había decidido llamar a Ana después de que Cristina había abandonado el bar la noche anterior con la escusa de querer ver un reportaje muy interesante, dejándole solo y aburrido con una cerveza en la mano. Se estaba cansando de sus inútiles intentos por acercarse a ella sin resultados. El intento de contactar con Ana había sido su primer impulso, después de los resultados en el pasado el plan Ana siempre era bien recibido. Pero la voz de una anciana hizo que se le atragantase la cerveza.

-¿Digaméeeeee?- dijo la anciana voz al otro lado del teléfono.
-Ho...Hola, ¿podría hablar con Ana?- preguntó Eduardo inseguro haber llamado al teléfono correcto.
-Está en el baño, ya te llama luego-contestó la anciana antes de colgarle sin darle más tiempo ni espacio.

Plan Ana anulado. La noche se avecinaba aburrida. Acabó su cerveza y se encaminó a su piso. 
Al llegar su apartamento abrió una lata de cerveza mientras encendía el televisor.
-A ver que reportaje es más interesante que yo-masculló sentándose en el sofá. 

Dani. Capítulo 1. Sueños

Dani y Susana se alejaban en su yate hacia el horizonte junto a Roberto y Amanda. El grupo de amigos que se habían hecho durante el incremento de su imperio y la adquisición de su última isla, lejos de su hogar natal, les hacía sentir extremadamente orgullosos de sus logros. Sentían la pérdida que habían causado a algunas familias teniendo que reconocer que "democracia" era una palabra inventada, pero sus conciencias estaban completamente tranquilas; y si alguna vez eran perturbadas tenían un montón de dinero con el que podían pagar a cualquiera que les ayudase a conciliar el sueño.


Sus familias habían brindado por sus logros y guardado bajo llave las vergüenzas de alguno de sus métodos sin haber perdido la humanidad al sonrojarse ante los escasos encuentros con alguna de las familias perjudicadas tras el súbito ascenso de sus hijos. También recordaban que por suerte para todos ellos muchos de los secretos nunca serían revelados, financiando así su inmenso poder. Un poder y patrimonio que sólo alcanzaban a imaginar los más allegados y sus vecinos de toda la vida ya que conservaban el aparente simple estilo de vida que siempre habían llevado, sirviendo de magnifica tapadera a los ojos curiosos del exterior.

El yate llegaba al puerto de su nueva isla mientras todos sus amigos les saludaban. Después de los acalorados saludos y las bienvenidas alguien les recordó la incómoda noticia del entierro al que tendrían que acudir en  pocas semanas.

-¿Alguien sabe por qué lo han podido retrasar tanto?-preguntó Susana ante la incomodidad de tener que acudir al entierro de aquella persona que ya casi habido podido olvidar – estará decrépita y encima olerá fatal- comentó sin poder disimular su descontento ante la noticia que ya le había fastidiado el día.
-¿Qué más te da? Será un rato y se acabó- comentó Amanda recordando levemente a aquella chica a la que no habían visto en años- de todas formas si no teníais contacto con esa tal Cristina ¿Por qué os han avisado de su muerte?- preguntó.
-¿No te acuerdas?. Nuestras familias se conocían, ya sabes, a vista de todos por simple coincidencia. La trama familiar se enraíza en un bosque de espinas que no quiero destapar- dijo sin poder mirarla.
Dani que estaba asegurándose de que el yate estaba bien amarrado escuchaba aquella conversación mientras una sensación de pena y arrepentimiento le recorría el cuerpo.
-No te preocupes. Con un par de copas se arregla todo- exclamó Chino que se había percatado del cambio de cara de su amigo- cuéntame el problema y lo ahogamos en alcohol- le propuso.
-Tengo una familia perfecta y una isla tan grande como el dinero que poseo ¿Qué problema quieres que ahogue?- le respondió tras una carcajada.
El grupo eufórico dejó el muelle para adentrarse en el pueblo donde se entretuvieron en los diferentes puestos del mercado mientras esperaban que el mini-bus del hotel les viniese a recoger.
-¿Te crees las habladurías que se cuentan sobre la muerte de Cristina?- preguntó Paula que había estado escuchando la breve conversación entre las dos chicas.
-Seguro, no tenía muchos amigos y todos sus novios conocidos eran lo más parecido a retorcidos psicópatas- se apresuró a responder Susana mientras se entretenía probándose anillos en uno de los puesto del mercado.
-¿Dicen que fue uno de sus antiguos novios quien se la cargó?- preguntó Amanda sorprendida.
-Se rumorea que un tal Francisco…un ser de lo peor que había estado estafando a grandes criminales, resbaló en uno de sus negocios y Cristina se encontró en fuego cruzado- resumió Susana cambiando de puesto.
-¡Ese loco! No hacía más que perseguirla allá donde fuese. Mientras estaba con ella "manejaba" a unas cuantas de sus supuestas amigas... y encima la robaba dinero a Cristina…eso cuando salían oficialmente. Después de dejarlo el siguió rondándola como perro enloquecido por alguna extraña enfermedad neuronal intentando arrinconarla con un sin fin de juegos alrededor de ella. Todo para controlarla…un personaje de lo más asqueroso. Lo mejor fue cuando se hizo pasar por uno de los "nuevos" novios de ella…!uff! las historias de como intentaba acercarse a ella son de lo más desagradables- relató Chema a las chicas que escuchaban atentamente mientras caminaban entre los puestos.
-Y tu…¿cómo sabes eso?- preguntó una de ellas
-Ya sabes, coincidencias…nuestras familias se conocen. Aunque mantenemos una distancia prudencial. Tienen unos buenos asesores que les han sacado de algunos casos muy turbios, aunque creo que en el último que se han visto involucrados no han tenido tanta suerte. Además, no pueden acudir a la policía porque aunque su padre está trabajando para la nacional los asuntos en los que está metida la familia son a nivel internacional, y por lo que cuentan, buscados por mafias que ni se sabe que existen. Hace unas semanas le entraron en medio de la noche solo para asustarles…o eso cuentan las malas lenguas-explicó Chema
-Sabías que tiene una de las casas que le pertenecía a Cristina, ¿verdad?... El o alguien de su familia- exclamó una voz detrás suyo. Todos se giraron para reconocer a uno de los nuevos amigos de Dani. El grupo se cayó y prosiguió andando a través del mercado.
-¡Chicos!, el mini-bus – gritó Dani intentando llamar la atención de todos.

Al llegar al hotel se encontraron con Elsa, socia de la pareja en mucho de los negocios como muchas otras compañeras de la escuela de Susana.
-¡Hola a todos y bienvenidos al hotel “El rincón”! espero que hayáis tenido un buen viaje- recitó Elsa repitiendo la bienvenida con la que saludaba a todos los clientes que llegaban.

-Menos rollo que ya nos lo sabemos- la cortó abruptamente Sheila tirando su equipaje.
-Me imagino-contestó Elsa reconociendo el tono de desaprobación hacia su persona que Sheila normalmente mostraba con ella y la mayoría de sus compañeras de colegio- podéis encontrar las llaves de vuestras habitaciones en el mostrador de recepción.

-Me dijeron que había una reunión de muchas chicas de las Mercetarias, ¿es cierto?- preguntó Susana.
-Sí, me pidieron alojamiento en otro de los hoteles de la isla. Se han reunido un grupo bastante grande para celebrar el éxito de los negocios que tenéis conjuntamente en la inversión que hicisteis en aquel negocio de frutas- explicó Elsa- querían darte una sorpresa y, seguramente, ponerte al día de los cotilleos de algunas de las otras compañeras que siguieron otros negocios- añadió Elsa.
-Nooo, ¿otra vez con la banda de Lagur y las drogas?- exclamó Susana sorprendida- pensé que después que todos ellos se casaron y tuvieron hijos se calmarían.
-¡Qué va! Al parecer están metidos en lios muy raros relacionados con los narco. Ella, su familia…¿ te acuerdas de Jotín y Canil?-preguntó Elsa.
-Siii, no me digas más. Me imagino lo que sigue. Ya tenían su mini-mafia en su día así que supongo que hayan engordado lo suyo con los años- afirmó Susana- no quiero saber mejor mantenerme alejada de todo aquello.
-Ya, nadie supo que paso con el hermano de Cristina entonces- dijo Elsa apenada acordándose de que tampoco nadie sabía nada de Cristina ahora.
-Familia rota y maldita- espetó Susana esperando zanjar el tema que parecía quería amargarle las vacaciones.
-Tengo las llaves de nuestra habitación, muchas gracias Elsa- se apresuró a decir Dani intentando suavizar aquel momento.
-Me acaba de llamar Varo desde su nuevo palacete- anunció Chino entre risas- se reunirá con nosotros tan pronto llegue la manada de yeguas que ha comprado.
-Ese sí que se lo montó bien- chilló Chema-¡menudo cabrón se ha hecho de oro!
-El y su familia cariño- anunció Sheila- pero creo recordar que a ti tampoco te ha ido mal…¿cómo decías?...!ah! sí, “pregúntale los resultados al señor Carlos”…!qué asco me dais a veces!- exclamó Sheila cortando la posibilidad de que los comentarios de Chema se ramificasen en una vomitada de tonterías.
-A veces me alegro de que Cristina muriese antes de destapar lo mal que huele el azul del mar y la suciedad de la blanca espuma- añadió Sheila para sí misma.
Recogieron sus llaves y se dirigieron a sus habitaciones no sin antes concretar la hora en la que se encontrarían para comer todos juntos.

Las horas pasaron mientras unos deshacían el equipaje y otros se dedicaban a explorar las inmediaciones del hotel. Llegó la hora de comer y como habían acordado con anterioridad se encontraron en el comedor. Repasaron brevemente todas las actividades, entre bromas y risas, que habían acordado querían disfrutar mientras estaban allí. El postre y el café dejaron paso de nuevo a los cotilleos del pasado que tanto incomodaban a Susana.

-¡Susana!!Hola!- exclamó una voz al final del comedor. Todos desviaron la vista hacia la procedencia de la voz, sin reconocer a aquella chica rubia de pelo rizado.
-¡Hola Clara!- exclamó Susana extrañada que se levantó para acercarse a ella y conversar lejos de las miradas de sus otros compañeros.
Elsa se detuvo en el comedor, iba de camino a la cocina cuando vio a Clara y Susana hablando juntas. No la extraño la presencia de Clara que ya había llegado hacía un par de días y tuvo tiempo suficiente entonces para inquietarse por su presencia. Pero si la impacto verla hablando tan desenvueltamente con Susana.
-Habían acudido al mismo colegio todas pero no se acordaba de que hubiesen tenido más en común que la misma entrada al colegio ¿ De qué se conocerían? –se preguntaba Elsa observándolas desde la distancia.

El grupo se incorporó y acordaron encontrarse en la recepción del hotel en diez minutos.
-Hemos quedado en unos minutos en recepción, voy a la habitación para recoger unas cosas- dijo fugazmente Dani a Susana al pasar junto a las dos chicas intentando no entrometerse en aquella conversación.

-De acuerdo- respondió ella con la misma rapidez sin apartar su mirada de Clara.
-Me voy ahora mismo. Mi avión sale en unas horas. Pero me enteré que ibas a aparecer brevemente por aquí así que intenté venir para … bueno quería pedirte. Entiendo los problemas que te cause en el pasado pero sabiendo la posición en la que estas ahora me gustaría intentar que dejases nuestras diferencias a un lado y pudieses dar una oportunidad a mi hermano- rogó sin poder mantener la mirada de Susana.
-Después de cómo tu madre utilizó su influencia en el colegio y su cargo de profesora para falsificar y amañar todas aquellas notas me pides… ¿oportunidades de trabajo?¿cuantas oportunidades crees que suprimió tu madre y sus cómplices?¿cuantas autoestimas han sido pisoteadas para inflar el buche de unos cuantos niñas y niños de padres privilegiados en ese colegio?...-
-¡Ya, lo sé!- exclamó Clara cortando aquella humillación-…y siento no solo lo que pasó entonces, que tampoco tuve nada que ver, sino continuar con la farsa años más tarde... como seguramente lo sientan algunas de mis compañeras…de verdad- terminó encontrando su mirada.
-Habla con Elsa para que te facilite el teléfono de las oficinas principales, quizás haya algo en alguno de los buque pesqueros del ártico para …David se llama tu hermano ¿verdad?- se apresuró a decir Susana.
-Vale, la preguntaré. Y de verdad...las demás están arrepentidas. Bárbara me manda recuerdos para ti y me pidió que te diga que…-Clara paró sin saber cómo continuar- recuerdes que aunque algunas estén disfrutando de lo que consiguieron entonces todas han pagado de una forma u otra- terminó diciendo.
-Me da igual. Poco me importa-concluyó Susana cansada de recordar el pasado- espero que tengas un buen viaje.

Susana subía las escaleras de camino a su habitación por no esperar el ascensor acordándose de todas aquellas chicas: Patricia, Elena, Bárbara, Clara, Cristina, Verónica, …la lista de las 42 chicas que componían la clase del 81 era larga y llena de traiciones, tantas como las clases de cualquier otro año.
Las semanas pasaron tan fugaces que sintieron llegara el final de aquellas vacaciones y tuvieran que regresar a su ciudad natal, sobretodo porque lo que les esperaba era aquel entierro al que ninguno parecía querer acudir.

Llegó el día del entierro y todos se encontraron en la entrada de aquel tanatorio. Se dirigieron a la sala correspondiente para mostrar sus condolencias a la familia y conocidos, sin embargo se encontraron con la sorpresa de la escasa afluencia en aquella sala. Como era de prever Cristina no estaba visible, después de tantas semanas tras su muerte el estado de su cuerpo no podría estar en óptimas condiciones. Susana encontró rápidamente a uno de los familiares de Cristina y se aproximó a ofrecerle su pésame mientras los demás deambulaban por aquella sala prácticamente vacía.

-Vámonos, ya es triste la situación como para tener que llenar una sala fría y vacía- dijo Susana a Dani cuando acabo de hablar con el familiar de Cristina. Salieron del tanatorio y se dirigieron al bar más cercano para tomar un aperitivo antes de que cada uno regresara a sus respectivos hogares.
-Me parece raro que estuviese tan vacío. El día que han elegido y la hora son perfectos para que hubiese acudido un montón de gente- comentó Chema expresando su sorpresa.

-Ya, cuando fui a darle el pésame a uno de sus familiares no paro de quejarse de la poca afluencia. Al parecer por mucha gente que hubiese conocido en su vida los últimos años los paso recluida debido a su enfermedad. Y aunque yo sé que su familia en bastante grande creo que ella jamás lo supo. No tuvo una familia muy sincera- resumió Susana con la mirada perdida  mientras pegaba un sorbo a la copa que le acababa de traer el camarero.
-La verdad es que conmigo desconectó completamente sin dar explicaciones- añadió Sheila
-La enfermedad…quizás prefería estar sola- susurró Susana con la mirada fija en el horizonte.

El ruidoso despertador sobresaltó a Cristina. Su profundo sueño no se esperaba aquel repentino sonido.
-Menudo sueño más extraño. ¡Y parecía tal real! Como si estuviese allí- pensaba Cristina mientras se incorporaba frotándose los ojos.


miércoles, 29 de enero de 2014

Cristina. Capítulo 1. Las noticias nocturnas

Estaba anocheciendo cuando terminó el último reportaje sobre las últimas investigaciones en noticias fraudulentas, políticos corruptos, realeza manchada de sangre y anuncios deshonestos. Todo un documental que Cristina se sorprendió fuese posible permitieran emitir por su honestidad ante el circo de mentiras al que nos tienen sometidos, quizás fuera un error y alguien pagase las consecuencias más adelante pero por la razón que fuese las barbaridades actuales que estaban destapando asombraban a cualquiera que tuviese la supuesta sana manía de mantenerse informado de la actualidad.
Uno de los más vergonzosos era la comparación que hacían entre las fiestas de algunos políticos acostumbrados a disfrutar de auténticos bacanales de lujuria con jovencitas que de vez en cuando salpicaban las noticias y lo no tan comentado sobre las actuales princesas elegidas entre el pópulu a las que todo el mundo parecía admirar sin tener en cuenta todas las “reales” aptitudes que debían tener para poder desempeñar el ser una buena carta que jugar en diplomacia a puertas cerradas. Aunque si tenemos en cuenta la preocupación de la realeza por los herederos,  el poder y los amoríos que llenan páginas de libros a lo largo de la historia, la verdad, tampoco sorprende tanto. Lo que sí sorprende es que uno de los maridos, llegado desde el pópulu, se dedicase a meterse a hurtadillas en casas de gente ordinaria en navidad para ojear que es lo que prefería llevarse de recuerdo. No se había podido aclarar si echaba de menos su vida a ras de suelo o que la real cena de navidad no era para tanto en palacio.

Las mentiras y estratagemas utilizadas para ganarse la confianza del pueblo en algunos casos rozaba la miseria moral. Los continuos ataques a punta de dedo descalificando las victorias de otros excavando en los horrores del pasado como escaleras al triunfo se desmoronaba cuando se rascaba en el pasado, o a veces en las pretensiones actuales, del dedo apuntador.