Estaba anocheciendo cuando terminó el último reportaje sobre
las últimas investigaciones en noticias fraudulentas, políticos corruptos,
realeza manchada de sangre y anuncios deshonestos. Todo un documental que
Cristina se sorprendió fuese posible permitieran emitir por su honestidad ante
el circo de mentiras al que nos tienen sometidos, quizás fuera un error y
alguien pagase las consecuencias más adelante pero por la razón que fuese las
barbaridades actuales que estaban destapando asombraban a cualquiera que
tuviese la supuesta sana manía de mantenerse informado de la actualidad.
Uno de los más vergonzosos era la comparación que hacían
entre las fiestas de algunos políticos acostumbrados a disfrutar de auténticos
bacanales de lujuria con jovencitas que de vez en cuando salpicaban las
noticias y lo no tan comentado sobre las actuales princesas elegidas entre el
pópulu a las que todo el mundo parecía admirar sin tener en cuenta todas las
“reales” aptitudes que debían tener para poder desempeñar el ser una buena
carta que jugar en diplomacia a puertas cerradas. Aunque si tenemos en cuenta
la preocupación de la realeza por los herederos, el poder y los amoríos que llenan páginas de
libros a lo largo de la historia, la verdad, tampoco sorprende tanto. Lo que sí
sorprende es que uno de los maridos, llegado desde el pópulu, se dedicase a
meterse a hurtadillas en casas de gente ordinaria en navidad para ojear que es
lo que prefería llevarse de recuerdo. No se había podido aclarar si echaba de
menos su vida a ras de suelo o que la real cena de navidad no era para tanto en
palacio.
Las mentiras y estratagemas utilizadas para ganarse la
confianza del pueblo en algunos casos rozaba la miseria moral. Los continuos ataques
a punta de dedo descalificando las victorias de otros excavando en los horrores
del pasado como escaleras al triunfo se desmoronaba cuando se rascaba en el
pasado, o a veces en las pretensiones actuales, del dedo apuntador.
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