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domingo, 2 de febrero de 2014

Ana. Capítulo 2. Max, un nuevo descubrimiento

Calvin estaba de viaje y Eduardo había cancelado su cita por motivos de trabajo. Cuando Eduardo usaba el comodín de "motivos de trabajo", Ana ya aceptaba la derrota ante alguna otra mujer. Pero esta vez no la importaba, incluso se sentía aliviada de no tener que sentirse una vez más el trapo de usar y tirar. Además, el atractivo amigo de Cristina la había invitado a tomar un café mientras esperaba a que Cristina terminase de lidiar con el banco. 

-!Hola Max!, siento el retraso. Lo mismo que él ha pedido, gracias- dijo Ana sentándose junto a Max aprovechando que el camarero le estaba sirviendo un café con leche. 
-Marchando otro café con leche- respondió el camarero jovialmente. 
-!Hola!, no importa, acabo de llegar- agregó Max.
-¿Qué tal tus primeros días en el pueblo?- preguntó curiosamente Ana- ¿ya conoces todo?.
-Creo que casi todo...a no ser que haya una sorpresa oculta en algún lugar. Es un pueblo pequeño y acogedor...un buen cambio el poder pasar el verano aquí- respondió Max
-Quizás encuentre alguna sorpresa- afirmó Ana sonriente.
-Eso espero- añadió Max.

-Aquí tienen- señaló el camarero depositando dos cafés más encima de la mesa.
-Perdone, sólo hemos pedido uno más...-dijo Max al camarero que apuntó directamente a la barra del bar dónde Cristina les saludaba con la cartera en la mano - Eh ahí mi primera sorpresa...voy a ser invitado a este café- concluyó Max entendiendo el adelantamiento de su amiga.
-Vamos...- añadió Ana con una sonrisa mientras empezaba a saborear su café.

Cristina no pasó mucho tiempo con ellos. La verdad, parecía que la invitación había sido una manera de excusar el hecho de que tenía que volver a dejarles. Sus continuos problemas con el banco y su futuro trabajo casi la abarcaron todo el verano creando una oportunidad para que Ana y Max se conociesen más. 

El verano transcurrió velozmente para ambos: hablaron, pasearon,...incluso pasaron alguna noche de acampada en las afueras del pueblo, algo que según Ana era tradición. Max aceptaba encantado estas ofertas disfrutando de las miradas de rabia contenida que Cristina le lanzaba cada vez que recibía un mensaje de Ana. Las continuas ausencias de Cristina intentando arreglar todos aquellos inesperados problemas habían desencantado a Max transformando completamente su idílico verano de reencuentro. Sin embargo, la alegría de Ana y su conocimiento sobre la vida de Cristina le mantenían entretenido llegando a sorprenderse de como había llegado a aprender tanto de ella estando tan ausente. Incluso había encontrado puntos débiles en su amiga a través de Ana, pudiendo usarlos para conseguir acercarse más a ella.

Los mensajes de Ana eran continuos, no podía parar. Las vivas respuestas y el coqueteo a través de cada mensaje eran una adicción. La facilidad para hablar con él junto con su atractivo físico le convertían en un punto intermedio entre Calvin y Eduardo. La idea de que aquel verano terminase la ahogaba. Eduardo jamás la besaría como Max y Calvín nunca tendría su picardía.

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