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jueves, 6 de febrero de 2014

Dr.Mirtel. Capítulo 1. Los errores del pasado se pagan.

La última muerte fue la de una joven llamada Matilda. Su hermano pasaría al día siguiente a recoger sus cenizas por el crematorio competente. Aunque el Dr. Mirtel no necesitó más de tres horas para comprobar que se trataba de otra infectada. Lo que había comenzado como un simple cambio hormonal en uno de los jóvenes que habían sido permitidos crecer en semi-libertad había desembocado en una cascada de muertes que estaba a punto de ser categorizada como epidemia por las autoridades competentes. Los síntomas físicos eran tan semejantes en todas las víctimas que nadie dudaba de su conexión. Sin embargo, el Dr. Mirtel siempre prefería hacer las rutinarias comprobaciones para asegurarse por completo. 

El día que empezó a sospechar lo que estaba ocurriendo quiso llamar inmediatamente a Kendra pero, al final, decidió comprobar rigurosamente todos los datos primero y hacer algunas pruebas que le diesen resultados más concluyentes. Además, conociendo el carácter de Kendra los resultados de no manejar aquel asunto con cautela serían catastróficos para los jóvenes; y nadie podía vaticinar los efectos secundarios de un mayor incremento en la inestabilidad hormonal de los..."especímenes x". Ese era el término con el que se referían a los niños que fueron creados bajo aquel experimento.

Ya había comprobado que los cambios hormonales de uno de los x estaba ligado a las extrañas muertes. Lo más difícil fue encontrar una historia creíble para conseguir la aprobación de la institución al uso de sus contactos con compañías de detectives. El alta de estas operaciones para doctores siempre es complicado pero el Dr. Mirtel llevaba mucho trabajando para la institución y conocía demasiado. Las muestras biológicas que obtuvo a través del detective y otros detalles que Kendra no podría haberle facilitado le fueron esenciales para encontrar el nexo de unión entre las muertes y los cambios en el joven x. Por precaución decidió no dar de baja los servicios de aquel detective que continuaba en activo sin que nadie en la institución lo supiese. 

Ahora que ya poseía todas las comprobaciones y las pruebas, la llamada a Kendra no le parecía tan buena opción. Su fuerte e impulsivo carácter no mejoraría la situación, seguramente la empeoraría.

-La mejor opción será contarle una verdad a medias, un horror paliado- pensó para sí.

Aunque ni siquiera esa opción le gustaba. La verdad era que nunca le gustó esa mujer y odiaba tener que tratar con ella, pero era la única manera de seguir de cerca la evolución de los x. Así que tenía que aparentar una amistad de colegas basada en años de trabajo juntos. Ella y los demás padres eran los únicos que sabían las auténticas identidades de aquellos niños, el circulo creado se había asegurado que nombre e identidades faciales fuesen sustituidas en todo momento siendo imposible reconocerles. Incluso su detective se vio obligado a respetar ese filtro de túneles y fronteras. Un filtro que aseguraba la completa autenticidad de la información recibida tanto como el secreto de quién procedía. En innumerables ocasiones el Dr. Mirtel había intentado acercarse a Kendra, ya que los otros padres ignoraban hasta donde llegaban sus acuerdos, pero había sido inútil la importancia de la completa privacidad era esencial. Sin embargo, las novedades empezaban a empujar hacia el cambio de aquel detalle. Se aseguró de proseguir su investigación para frenar aquel problema por su cuenta siendo muy cuidadoso con la información que le suministraba a Kendra. 

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