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domingo, 9 de febrero de 2014

Eduardo. Capítulo 3. LASOLA

Las dos horas que tardaron en llegar a Tandersa la única conversación que llenó el recién estrenado coche de Eduardo fue los escasos comentarios entre canción y canción. Cristina no sabía que decir y Eduardo parecía concentrado en sus propios pensamientos.  
Lie a little bit longer, just a little bit longer...
I will win hell´s key, you can be heavens´key...
La nueva canción de moda sonaba cuando llegaron a la ciudad. Una canción que había catapultado a la fama a un pequeño grupo independiente al que le empezaban a llover las oportunidades. Cristina les había visto en las noticias, anunciados como revelación del año los "Reversos" había llegado a la fama de la noche a la mañana. Los temas más comentados eran su canción estrella "The key" y el origen de su nombre, aunque lógicamente ya empezaban a bombardearles con las típicas preguntas sobre novias, futuro, familia y preferencias. El típico filón de oro para el público adolescente.

Eduardo no tardó mucho en aparcar el coche en una de las calles paralelas dónde Cristina le había indicado se encontraba la tienda de fotografía. 

-¿No sabía que te habías comprado un coche nuevo? - dijo Cristina intentando que la conversación no terminase después de haberle indicado dónde se encontraba la tienda de fotografía LASOLA.
-¿Dos horas en darte cuenta?¿Eres siempre tan rápida?- contestó Eduardo sarcásticamente con una sonrisa.
-¿Y tu eres siempre tan gracioso?- preguntó retóricamente Cristina sin poder disimular su sonrisa. 
-Entre otras muchas cualidades- añadió Eduardo que parecía colaborar en avivar la conversación que tanto se había apagado después de terminar de comer.
-Fue un regalo. Mis padres siempre se sintieron un poco culpables al tener trabajos que les obligasen a hacerme tan independiente desde tan joven - explicó Eduardo sin perder la sonrisa. 

Desde que Eduardo había aparecido en el pueblo Cristina recordaba haber visto sólo un par de veces a sus padres. Lo poco que Cristina conocía de su vida era lo que él decidía revelar, aunque era así con todo el mundo. "Un chico bastante reservado" era la descripción más común que recibían sus nuevas admiradoras cuando preguntaban por él.

-Con lo que le costó a tu tío hacerse con aquella vieja chatarra - afirmó Cristina recordando como el tío de Eduardo se aseguró de que estuviera lo más cómodo posible al enterarse de que se trasladaba a vivir con él.
-!Ya!, es un buen hombre - añadió Eduardo recordando cuando conoció por primera vez a su tío. Sus padres le habían comunicado que tendrían que hacer unos cuantos viajes por lo que habían pensado sería mejor que se trasladase a un lugar dónde pudiese tener una vida más estable. Eduardo accedió sin discutir, hay jóvenes que les trastorna la ausencia de sus padres o los continuos cambios pero a él le gustaba ... y sobretodo, disfrutaba con su independencia. -Ahí tienes la tienda de fotografía - señaló de repente.

Entraron en la tienda y en seguida vieron a un joven dependiente intentando mantener la calma y el equilibrio para poder atender a dos clientes, a primera vista, poco pacientes. Los continuos resoplidos de uno de los clientes se entrelazaba con el impaciente taconeo del otro. Una voz femenina se escuchó a otro lado de una cortina que ocultaba parte de la tienda.

-!Ya están listas!- dijo la voz femenina.

Eduardo miró a Cristina y sonrió antes de abalanzarse hacia la procedencia de aquella voz. Llegó a la cortina al mismo tiempo que el joven dependiente, quién le miró extrañado.

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