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sábado, 8 de febrero de 2014

Ana. Capítulo 3. Escondiendo la buena ventura.

Si la hubiese dicho a Cristina que su incansable búsqueda para encontrar una manera de poder contactar con Max había sido debido a la buena ventura que una vieja gitana la había preveido seguramente se hubiese reído e ella. Sin embargo Ana creía en la posibilidad de que la vieja gitana acertase, sobretodo después de comprobar que sus visiones y lecturas no eran como la de la mayoría de las charlatanas que claman tener poderes sobrenaturales...la vieja gitana poseía un don.

Sus visitas habían sido regulares desde que la conoció en una de las ferias ambulantes que pasaban todos los años por el pueblo de Tindal. La vieja Ordit decidió quedarse y dejar de llevar la vida nómada que siempre conoció, sus machacados huesos junto que el peso de los años eran la respuesta que siempre daba a su, como ella misma denominaba, "nueva obligada vida atada al final de sus días". Su acento extranjero y extrañas expresiones empujaban a Ana a prestarle toda su atención para poder comprenderla. Dedujo con el tiempo que su lengua materna procedía de algún país del este de Europa y seguramente ella también, al menos antes de hacerse nómada.

Su clarividencia y amabilidad hacían que fuese imposible no visitarla varias veces al mes. Ana encubría su fascinación por aquella señora con la escusa de su deber como miembro de aquella comunidad de asegurarse que alguien tan desprotegida estuviera vigilada y atendida. Incluso se hizo socia de una organización social sin ánimo de lucro con sede en Tandersa que no tenía representación en Tindal.

Después de cada visita, Ana siempre abría bien los ojos y agudizaba todos sus sentidos para poder vivir más intensamente todo lo que la anciana la había vaticinado. Sin embargo, fueron en los dos últimos meses donde Ana empezó a sospechar que algo no iba del todo bien. El rostro de preocupación de la anciana no parecía pronosticar nada bueno aunque sus continuas palabras de dicha y prospero futuro eran continuas. Fue entonces cuando predijo que un joven del pasado con amigos en común regresaría. Ana se aferró a esas palabras olvidando su creciente angustia por la preocupación de la anciana y decidió no esperar al destino.

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