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domingo, 2 de febrero de 2014

Kendra. Capítulo 1. Viejas rencillas nuevos retos

-Si esa estúpida de Cristina se mantuviese quieta quizás podríamos vivir tranquilos y olvidar el pasado- los encolerizados pensamientos de Kendra bullían después de la llamada recibida de su antigua vecina. 
Había abandonado aquel pequeño pueblo cuando su única hija, Lily, acabó bachillerato. Su marido Alex había conseguido un trabajo en la oficina del alcalde de la ciudad de Tandersa como consejero, y aunque la distancia era de escasas dos horas decidieron mudarse. Además, tras varias llamadas de teléfono y varios "acuerdos", Alex había conseguido que su hija accediera a un puesto en la mejor Universidad de Tandersa. Kendra se alegro de poder dejar aquel lugar tanto como de que su hija se alejase de Cristina. Aunque Lily era dos años mayor que Cristina y Kendra se había asegurado de mantenerlas alejadas, el desasosiego de que tuviesen que ir al mismo instituto siempre la había incomodado. Mismo instituto después de compartir colegio y guardería...las opciones en aquel lugar habían sido mínimas. Pero fue la única manera de no llamar la atención durante el tiempo tan crucial que fue el crecimiento y desarrollo de aquellos niños. 

Las únicas cuatro familias que habían podido deshacerse de aquel macabro experimento encubierto decidieron mantenerse juntas en los primeros años ante el total desconocimiento de como evolucionarían sus hijos. Pactaron mantener las distancias para no levantar sospechas. Y había sido relativamente más fácil de lo que habían vaticinado después de acordar con un par de médicos el intercambio de informes regulares de evolución a cambio de seguridad, privacidad y exclusión total de las grandes esferas que habían planeado, en un principio, aquel experimento humano. Aunque las cuatro familias eran poderosas la ayuda de dos de los médicos para poder evadir aquel horror había sido crucial, por lo que siempre mantuvieron el contacto. 

El único problema había sido la niña adoptada por una de las familias tras morir su hijo. Su facilidad por llamar la atención sin pretenderlo no sólo era un problema sino que irritaba constantemente al resto de las familias, sobretodo a Kendra. Aquella niña, dos años menor que Lily, había conseguido que la procurasen una niñera continuamente para asegurarse de que no sobresalía demasiado. Tal era la preocupación por esta niña a la que habían decidido llamar Cristina que, para mayor precaución, ni siquiera ella sabía que tenía niñera. La llamaban niñera porque estaba encargada de "la niña": observaba y neutralizaba posibles peligros desde una distancia prudencial. 

Los continuos pactos para frenar a Cristina siempre funcionaron, así que Kendra y su familia pudieron abandonar aquel pueblo sin problemas acomodándose y disfrutando de su nueva vida. Como había sido previsto, Cristina tardaba el doble en conseguir cualquier objetivo. Desgraciadamente para Kendra, los obstáculos y las malas influencias que ponían en su camino no la frenaron cuando decidió irse a estudiar al extranjero. La intranquilidad y el disgusto de todas las familias durante aquel periodo se aplacó al encontrar la manera de poder controlarla gracias a unas cuantas llamadas y "acuerdos" que la mantuvieron al mismo nivel de seguridad. Hasta que pudieron acorralarla de nuevo y obligarla a regresar al pueblo sutilmente.

Fue la llamada de su antigua vecina lo que desató el pánico en Kendra: Cristina había puesto en contacto a Ana con Max. Ya había sido suficientemente difícil asegurarse de alejar a Max de Cristina y viceversa,... y ahora, tenía que encargarse de mantener Ana a una distancia prudencial. Kendra no soportaba los problemas que Cristina organizaba sin ni siquiera proponérselo.

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